CRESPÓN NEGRO EN EL CRISTO DEL AMOR
El pasado día 13 de marzo moría en nuestra ciudad doña Trinidad de la Cámara Montilla , Trina para los suyos, Trina de la Cámara para sus muchas amistades. Y con ella se iba uno de los pocos testigos que van quedando de los inicios iconográficos de la Semana Santa almeriense tal como hoy la entendemos y en particular de la gestación y nacimiento del Crucificado que se venera en la iglesia de San Sebastián, salido de las gubias y la maestría artística de Jesús de Perceval, su marido.
A la sombra de su brillante compañero, la actividad artística de esta mujer queda velada, en un segundo plano que no por discreto resulta ni mucho menos irrelevante, pues fue mucha su valía. Su indudable sentido artístico, su sensibilidad, quedan puestos de manifiesto con facilidad. Con nada que indaguemos en su quehacer nos aparece una consumada dibujante, autora de delicados dibujos de tema generalmente bucólicos con los que conforma un retrato un poco naif y bastante sincero de su tierra y de sus gentes. Con poco que busquemos hallaremos en ella, también, a una sentida poeta...
Pero aún siendo estas actividades de Trina algo de lo que sería bueno ocuparse, parece ahora oportuno que estas pocas líneas sean dedicadas a recordar su colaboración con Jesús de Perceval en la Escultura , desde la época de juventud del artista en su primer estudio en la calle de Eduardo Pérez, allá por el inicio de los años 30, y luego en el que sería definitivo, en una casa de la calle Padre Gabriel Olivares, hoy dedicada al artista.
Se iniciaba la década de los 40. De aquella casa de la huerta de los Cámara, un legado recibido por Trina de sus mayores, como por encanto salen cumplimentados infinidad de encargos; se suceden las imágenes, los retablos y los tronos que las enmarcan y procesionan. Una labor enorme se desempeñaba en el taller de Perceval. Carpinteros, doradores, tallistas, aprendices, se afanaban en una labor común con el que se logra revestir no pocos templos de la capital y la provincia. En aquella labor, en muchas de aquellas realizaciones, aparece con frecuencia la mano hábil de Trina. En el dorado y policromado de la talla de la Virgen del Carmen, que patronea a los pescadores desde San Roque, se hallaba aplicada la esposa del escultor cuando surge el encargo de un Cristo para San Sebastián.
El embarazo de su hija Carmen no le impide, en absoluto el ayudar a Jesús en la ejecución de la talla, primero en su calidad de crítica -que lo era, y aguda- y finalmente en la elaboración del policromado y el acabado, en aquellos calurosos días de finales de junio de 1945, del Cristo del Buen Antor. Un Cristo representado por Perceval en el momento de la Expiración , que habría de constituir uno de los más representativos de los cinco con que cuenta la iconografia del Crucificado en la Semana Santa almeriense, una talla en madera que acusa en su traza la influencia de otra de Alonso Cano.
Un Jesús enla Cruz del celebérrimo escultor facilitado por la propia Trina, que lo había recibido de sus ancestros de la ciudad del Darro, permitiendo de este modo tan directo hacer posible, a pesar de la distancia en el tiempo, la influencia del granadino en la obra de nuestro escultor. En el trasiego de aquellos días perdió la antigua talla un par de dedos de sus magistrales manos, una mutilación que fue un tributo más, y doloroso, de Trina a la obra de su esposo.
Ayer martes procesionó con orgullola Hermandad al Cristo del Amor. Cuando muchos ojos devotos repararon en el crespón, pocos sabrían que Trina de la Cámara contribuyó a encarnar, a dar lustre, a la piel de la imagen en que se anuda. Pocos sabrían como en 1985 fue de luto por su marido, Jesús de Perceval, y pocos, también, recordarían que en 1997 llevaba la misma señal luctuosa por la temprana desaparición de Mari Paz, la menor de sus hijas...
Un Jesús en
Ayer martes procesionó con orgullo
Y hasta aquí estas cuatro líneas que relacionan a Trina de la Cámara con la imagen del Cristo del Amor. Quién sabe si el inspirador de aquel poema suyo con que en 1967 presentía su propia muerte:
Pero siento mi alma como fría,
pero siento mi cuerpo como inerte
y por eso; Señor, te pido ahora
y por eso señor, te pido siempre."
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