sábado, 7 de agosto de 2021

¿ES EL ÁGUILA FRANQUISTA?







¿ES EL ÁGUILA FRANQUISTA?

Artículo de José Luis Ruz Máquez publicado en el periódico Diario de Almería de 19 de enero de 2020.


"Desde que la ley de la Memoria anima a la eliminación de los vestigios de la dictadura, una larga cuerda de lápidas, rótulos y esculturas... camina hacia la nada y con ellos el escudo del águila, un símbolo más del estado que del franquismo, convertido por su omnipresencia y longevidad en la representación de una época vivida, que está ahí y es imborrable por mucho que nos pese.

Sin pretender el enaltecimiento de nada ni de nadie, solo en mi condición de heraldista quiero manifestar desde estas líneas el convencimiento de que autorizar la desaparición del escudo labrado fue un error, un flaco servicio al patrimonio, que se vio con ello  privado de unas obras, si no de arte, sí de buena artesanía, una obras  concebidas como elementos importantes de los edificios a los que blasonan y sensibilizan histórica y estéticamente. 

Unas obras que conservadas cara al público podrían valer más por lo que hablan que por lo que callan, del mismo modo que por toda Europa hay muchas con connotaciones negativas que se mantienen -y aún se visitan- como ejemplo de lo que no se debe de hacer. En mi opinión hubiera sido positivo mantener los blasones en sus sitios, con unos letreros explicativos de su origen y su motivación, ayudando con ello al ejercicio de la memoria, facultad importantísima a la hora de no repetir yerro. 

El escudo de 1939 es un blasón que apenas se diferencia heráldicamente del tradicional de España. Es el mismo del reinado de Isabel II y de la primera república y lo es en lo fundamental, en los cuarteles; sólo en los adornos exteriores, lo secundario de un escudo, se pusieron elementos digamos que "nuevos" pero que ya habían formado desde antiguo parte de la historia heráldica española: la corona, el yugo, las flechas y el águila de San Juán de los Reyes Católicos y las columnas Plus Ultra de los Austria. 

No puede ser más aséptico: no hay en él ni un sólo símbolo franquista. No aparece el escudo personal del dictador, ni las flechas falangistas ni el aspa de la tradición... no hay otra aportación que  la nada escandalosa  desiderata "Una Grande Libre". Así pues el escudo del águila no fue creado para Franco; fue el escudo de la nación y por tanto la representación del estado de entonces.

Los tiempos constitucionales trajeron un nuevo escudo para España y en consecuencia quedó abolido el del águila que, faltaría más, dejó de ponerse sobre la bandera, la moneda, el papel timbrado, el título académico... sin que esto supusiera el borrado del escudo en los documentos oficiales ya existentes. Una labor irrealizable por inmensa que, en cambio, está siendo posible con el escudo de piedra que se ve así pagando el pato del cambio, cuando no lo hace el edificio al que blasona que sí que constituye con su utilidad y uso un auténtico enaltecimiento del que lo mandó construir. Una práctica generalizada en toda España que tiene en Almería el ejemplo de los edificios de las antiguas sedes de Previsión y del Gobierno Civil que con cambiar el escudo del águila por el actual, cumplieron con el único trámite para seguir en pleno uso.

Esta iconoclastia llevó a situaciones ridículas tal como la del escudo de la antigua Escuela de Artes, hoy instituto Celia Viñas. El edificio fue concluido en los últimos días de Alfonso XIII e inaugurado en los primeros  de la república. Las nuevas autoridades para que la obra no pareciera monárquica -que lo era y en su totalidad- recurrieron a una chapuza: del escudo completo de Alfonso XIII borraron las lises de Borbón y desmontaron la corona real sustituyéndola por la mural; de este modo, más simple que sencillo, lograron el involuntario contrasentido de dejar bajo la protección de la corona republicana a todas las casas reinantes de Europa, figurantes en el escudo de aquel rey. Y así permanece sin que hasta ahora nadie haya exigido el apeo de la corona republicana ni su sustitución por la real.

Este respeto al que no respetó, sirve de ejemplo de tolerancia para con estos símbolos. La propia Iglesia dio fe y la da -es lo suyo- de ello: mantuvo y mantiene íntegro, sin oposición de la monarquía ni del franquismo, el escudo de la primera república blasonando la fachada del palacio episcopal. Como muestra de tolerancia de la república fue también el mantenimiento del gran escudo borbónico que coronaba, y corona, el cuartel de La Misericordia.

Pero no parecen estos, tiempos de clemencia. Poco a poco ha ido desapareciendo el escudo del águila de la Delegación del Gobierno, de las Claras, de Previsión… y ahora parece tener las horas contadas el de la Escuela de Arte. Es una buena labra que merecería, desde luego, el indulto.

Y es que no podemos tratar de resarcirnos de los agravios emprendiéndola con los símbolos, dando gran lanzada a moro muerto, peleando con lo que antes fue poder y fuerza y ahora es nada. No podemos quedar como el niño humillado que da airados puñetazos al aire cuando ya ha desaparecido el bravucón de la clase que le guanteó."

No hay comentarios:

Publicar un comentario