NIÑAS CON ZAPATOS NUEVOS. Nueva Plaza de Careaga.
Artículo de José Luis Ruz Márquez publicado en el periódico Diario de Almería de 17 de enero de 2021. Dibujo del autor.
"Para la plaza de Careaga y sus cuatro calles es ya historia el pavimento sufrido hasta hace bien poco y por el que solo los más valientes se aventuraban no a pasear, que eso es placer, sino a andar sobre un adoquín bruto, como el que lo mandó poner, un suplicio que ríanse ustedes del de las chinas en los zapatos.
El nuevo solado alegra de los pies a la cabeza, aliviados unos y dichosa la otra por la estética: una combinación pétrea de negro pizarra y dorado travertino alhameño, tan elegante que ganas dan de decir que va la plaza con vestido de "catafalco y oro", en lenguaje taurino, el apropiado para la gran faena reparadora en parte del daño infligido por los ayuntamientos de los últimos sesenta años al casco histórico, empeñados en cosiderar solo centro el Paseo y sus aledaños. Idea cateta que ha influido en el barrio, su ornato y, cómo no, en su pavimento -piedra para el rico, al que estima noble, cemento para el otro al que ni estima- menosprecio que ha ayudado a que la Catedral se vea hoy en un entorno pobre y en parte hasta suburbial, tal como ocurre con casi todo lo singular del barrio.
Hecho uno a la queja resulta extraña la sensación de verse hoy celebrando una actuación municipal, pero la verdad es que luce bonita la plaza de Careaga; un gozo pleno si no nos evocara el patrimonio perdido, empezando por ella misma, todo un ejemplo del modus operandi -y horribilis- con el que la especulación deformó la cara guapa de Almería. Las tres casas de poniente fueron las primeras en caer, la del centro en los años cincuenta y la tercera, la número 10, hermosa vivienda que con la número 6, fueron rápidamente sustituidas por unos bloques que ahí están para explicarse.
En la fachada de levante, la casa del siglo XVIII donde estuvo la imprenta Gutenberg, fue la quinta y última en caer, con mucha prisa para convertirse en solar cascotero y hasta hace unos días reino gatuno y chabolista en contraste absoluto con el resto de este lado de la plaza en el que la sensibilidad particular ha obrado el milagro de conservar, restauradas, dos bonitas viviendas: la de la familia Soria, levantada a mediados del siglo XIX por los Torre Alta y la del profesor Alías.
En la fachada sur se halla la del arquitecto Blanes, vaciada y reconstruida tal como se hizo con la que asoma desde la calle de Campomanes, buenas casas esquinas con la del Gallo, unifamiliar y de loft, tipos acertados de actuación llegados en auxilio del barrio histórico -a buenas horas mangas verdes- cuando ya no hay en él nada que salvar.
La casa del lado norte, la número 1, fue la cuarta en caer y lo hizo por una rápida demolición, llamémosle preventiva, para evitar que una posible protección pudiera salvarla asegurándose así el solar, todo un clásico en la especulación. Nacido si no en nocturnidad sí en plena siesta de los políticos nunca despiertos a la hora de conservar, fue este solar hijo indeseado de la casa que da nombre a la plaza; "la plaza de mi apellido" como escribía orgulloso el primer marqués de Torre Alta en 1808, blasonada con el escudo de los Avis Venegas del mayorazgo de la Torre de Mondújar, origen del marquesado, cuando ya se apellidaban Careaga, por cuyo linaje les venía el título hereditario de alférez mayor perpetuo de Almería y portador del pendón que los Reyes Católicos otorgaron a la ciudad.
Y ahí están las cuatro casas veteranas, sin dejarse avasallar, pues saben que no son ellas las gallinas en corral ajeno, que fueron las nuevas las que lo invadieron, lo destrozaron, pusieron en él los cuatro huevos de la especulación y luego solo pobreza y fealdad en el paisaje urbano. Y algo de esto se reconoce ahora: basta observar en qué lado de la plaza permanece y aún se ha acrecentado, la masa arbórea para tapujo de fealdades.
Las imagino aliviadas por esta actuación y hasta las veo contentas y, claro, me alegro con ellas, me vengo arriba, trepo a la euforia y acabo proyectando en mente la integración de la portada de Careaga en el edificio moderno para que así siga presidiendo la plaza con lo que saldrían enriquecidos el bloque, el barrio, Almería y sus visitantes.
Solo hace falta que se impliquen los que deben y la busquen; como pista aporto mi dibujo ilustrador de este texto. No andarán sus piedras lejos, ni en el fondo del mar, matarile, lire, lito, como me mintieron en 2000 cuando denuncié su desaparición.
Ya soñé entonces -animado por la portada que veía en el solar junto al cartel anunciador de su integración en la obra nueva- y cuando supe del engaño supe también que no son gratuitos los sueños, que se pagan caros en desilusión y desencanto, pues también en esto tira de embuste el consolador refranero.
Pero no nos pongamos tristes, reparemos en cómo hoy la plaza y sus cuatro calles han hecho un alto en el teclear de sus móviles y charlan animadas. Pongamos atención y enseguida veremos cómo de vez en cuando se miran orgullosas sus pies y sonríen alegres como lo que son: niñas con zapatos nuevos."
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