sábado, 7 de agosto de 2021

GARRUCHA, PUERTO SOÑADO


GARRUCHA, PUERTO SOÑADO 

Artículo de José Luis Ruz Márquez publicado en el periódico Diario de Almería de 8 de marzo de 2020.


"No surge la vida por arte de magia; a todo nacimiento precede una gestación que con más o menos contratiempos suele culminar en alumbramiento feliz. Sólo los pueblos cuando se emancipan nacen siempre de partos dolorosos, ante la hostilidad de los vecinos y hasta con la de su propia madre, como es el caso de Garrucha que nació de Vera en 1858 sin recibir de ella ni siquiera el espacio donde crecer y desarrollarse. Sin término municipal alguno anduvo hasta hace una veintena de años. Sin término y sin puerto -ella tan marinera- hasta que el afán por la obra pública de la dictadura de Primo de Rivera se lo concediera en 1926 y la segunda república, recién estrenada, la que se lo construyera.


Pero ni Garrucha nace realmente en 1858 ni su puerto en 1926. Estas cosas empiezan siempre mucho antes. Hay trás de ellas mucho sacrificio callado que solo algunas veces aflora y pone cara al luchador anónimo. Como es el caso de don Pedro de Cueto Ponce León, caballero de la Orden de Calatrava y personaje perteneciente al estamento hidalgo de Vera, su ciudad natal de la que fue su regidor perpetuo y su teniente de corregidor. A este personaje ilustrado debe Garrucha un valiosísimo antecedente en su caminar hacia su consolidación como entidad municipal plena.


En 1787 Cueto presenta al rey Carlos III su proyecto de "crear un puerto de Mar de consideración en la ciudad de Vera, su patria". A la vista del mismo, aquel monarca nombra informador de la pretendida obra a don Antonio de Robles Vives y Alarcón, un abogado lorquino que desde 1785 es superintendente general de las Reales Obras de Lorca, quien en absoluto defiende la propuesta del veratense sino que, al contrario, la esconde en lo más profundo del cajón de su escritorio, por temor de verla convertida en competidora del puerto de Águilas, idea que ampara con un afán tan desmedido, que no falta quien le acuse de perseguir intereses personales en ello y aún de meter la mano en la caja del proyecto.  Acusaciones estas en absoluto turbadoras de su tranquilidad, confiado en que su mujer, doña Gregoria Moñino, es hermana del Conde de Floridablanca, célebre secretario  de Estado.


Siendo corregidor de la villa y partido de Villa Real de Purullena, don  Pedro reclama la atención de Carlos IV sobre el proyecto enviado a su padre. Aunque lleva un lustro sin respuesta, no hace esta reclamación al rey hasta 1792, cuando ya sabe de cierto que Robles ha sido depuesto, caído en desgracia y desterrado a Albacete, perdida la protección de su otrora todopoderoso cuñado Foridablanca, cesado aquel año como secretario de Estado.


No nos consta que recibiera tampoco contestación del rey a esta demanda. Al parecer le sirvió de muy poco lo mucho que encomendó su proyecto a la patrona de Vera, precisamente venerada hoy en la capilla familiar que sus antecesores, don Pedro García Cueto y doña Catalina Ponce de León, edificaron en 1719, templo que aún se conserva, disfrazado de gótico, en la plaza de la Virgen de las Angustias.


Y estoy seguro que ante aquella imagen -sigo empeñado en creerle piadoso- rezó por el alma del enemigo de su proyecto, don Antonio de Robles quien en 30 de abril de 1802, avisado del colapso inminente del muro del pantano de Puentes, corrió en coche de caballos desde su finca del cauce del río a refugiarse en Lorca, siendo  alcanzado y muerto por las aguas impetuosas liberadas por el reventón de aquella obra hidráulica. Una desgracia que costó seiscientas víctimas y que el boca a boca y los pliegos de cordel de los ciegos se encargaron de contar hasta la saciedad por toda España.

    

Está de más decir que el ilustre veratense no buscaba el puerto para nada que no fuera su ciudad natal, "su patria", pero también es cierto que en aquella época ni él, ni nadie, concebía una Garrucha desgajada de la ciudad de Vera.

Lo que está claro es que de haber prosperado su proyecto -de un modo inmediato, porque prosperar, prosperó a la larga- el florecimiento del puerto hubiera supuesto, también, el florecimiento de Garrucha y con él se hubiera adelantado el parto de su independencia.


Si en 1787 estaba Cueto convencido de la mucha utilidad del puerto proyectado, es fácil suponer cómo se hubiera reafirmado en ello sólo medio siglo después, en 1839, cuando se descubrió el filón Jaroso en la sierra Almagrera, disparándose la exportación del mineral de plomo... o, años más tarde, con la traída para su embarque del mineral de hierro de Bédar. 


Hechos ambos que pusieron de manifiesto la necesidad de puerto para Garrucha, un puerto que hubiera sido, también, el de la propia Vera, el de Mojácar, el de Cuevas y el de toda la comarca, como al final acabó ocurriendo. Verdaderamente tuvo el proyectista un claro perfil de visionario. Y así lo estima Garrucha cuando alza su voz mayúscula desde el lema de su escudo municipal para decirnos: EX MARI ORTA". "Surgida del mar"... Del mar y de aquel puerto con el que un día del siglo XVIII soñara don Pedro de Cueto Ponce de León."




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