PITA MÁS QUE ANDA. El locomóvil en Almería.
Artículo de José Luis Ruz Márquez publicado en el periódico Diario de Almería de 18 de agosto de 2020.
"En la prensa de comienzos del siglo XX me encontré con la noticia de un niño no recuerdo si herido o muerto en el Almanzora cuando se colgaba a un extraño vehículo de vapor, noticia esta que me hizo evocar mi infancia madrileña y con ella el tren de Arganda, del que se decía "que pita más que anda" con razón, pues cuando cargado subía la pendiente desde lo que hoy es la M-30 hacia la estación del Niño Jesús, iba al paso de una persona, facilitando que los niños nos encaramásemos al vagón de cola sin que pudieran hacer nada por evitarlo los pitidos ni los insultos y amenazas que nos dedicaba el pobre maquinista, al que, la verdad, no le hacíamos puñetero caso, sabiéndolo, como le sabíamos, lejano y prisionero de la locomotora a la que no podía abandonar.
Era así como abordábamos aquel tren de vía estrecha para pasearnos… pero ¿a qué fue a lo que se había colgado cincuenta años antes y con las mismas intenciones nuestras aquel pobre chiquillo del Almanzora? No era un tren, pero casi: bufante, negro, trepidante y silbador, solo le faltaba usar raíles para parecerlo.
Era una nueva máquina diseñada para la carga, el tiro, el aporte de fuerza a otras, y siempre con la posibilidad de moverse y cambiar de lugar, características estas de las que se percató el latín y con sus palabras "locus"" y "mobilis" le compuso un nombre que, a decir verdad, quedó mucho más propio para historieta de comic que para vehículo serio: locomóvil.
Con lejano orígenes en el siglo XVIII, no será hasta finales del XIX y comienzos del XX cuando esta máquina cuaje de la mano de la industria inglesa, la nacionalidad común de todos los primeros vapores de la historia.
Ingleses son los dos locomóviles John Fowler llegados en 1908 a la estación de Albox-Almanzora y matriculados en Almería el 6 de abril como AL-3 y AL-4 a nombre del empresario José Rivas Massegur, propietario de la Compañía Madrileña de Minas, con la que explota sus yacimientos de Almería, en especial la mina "Mi Modesto", en Cóbdar, desde la que arrima con estos dos vehículos el mineral de hierro al tren, pasando por las ramblas de Chercos, Líjar, Cóbdar, Albanchez, Comares, Los Plantones y Calderón.
Adquiridos por la Spanish Marble Limited, otros dos Fowler idénticos son matriculados como AL-5 y AL-6 en mayo y junio de 1908. El primero, llegado en abril, esperó la licencia en una cochera de Albanchez, de donde lo sacó una impaciencia que costó diez duros de multa. Venido para dar disgustos, rompió frenos en 1909 y por el collado de Los Molinos abajo, se llevó por delante a su compañero, destrozándose con él e hiriendo gravemente al conductor.
Aquel AL-3 fue el primer locomóvil matriculado en Almería, sin que signifique esto que fuera el primero en llegar. La interesante foto de Gustav Gillman que ilustra este texto está fechada en 1906 lo que confirma que al menos este vehículo que humea por un camino de Albanchez, se adelantó en la llegada y que si no figura en los registros es por que en aquella fecha aún faltaban unos meses para el establecimiento de la matriculación.
Pero no limitó el locomóvil su presencia a la provincia, pronto la capital lo incorpora a su paisaje por el que lo vemos moverse como un elefante en una cacharrería, originando no pocos accidentes, ligados siempre a su mucha fuerza y rigidez de su conducción.
Algo que tuvo ocasión de comprobar el carrero Miguel Fernández Abad el 26 de mayo de 1910 cuando llevaba pescado a la estación; se le atascó el carro y tratando de liberarlo estaba cuando quiso la mala suerte que pasara por allí el locomóvil AL-20 -uno de los siete Eveling Porter venidos de Manchester- que lo mandó de la calle Jaul, en Las Almadrabillas, al Hospital con fracturas de gravedad. Las vecinas del barrio se arremolinan, increpan al conductor y acaban ante el gobierno civil pretendiendo ser recibidas por el gobernador, seguramente para poner verde a aquella máquina que además de atropellar a Miguel, es una robajornales de sus maridos.
Un carro en la rampa de acceso de la rambla Orberá al dique de levante; aparece un locomóvil con mineral, se espantan las vacas, el vehículo vuelca y Manuel Ramos, su boyero, va a caer a los pies del locomóvil, que no lo aplasta por los reflejos de su conductor. Cuando sus compañeros y el alcalde de barrio lo levantan tiene una pierna contusa, la cara blanca del susto y el convencimiento de que ha vuelto a nacer el 8 de abril de 1910.
Cuando no encontraba carros ni carretas con los que toparse, el locomóvil la emprendía con lo inanimado y allá que iba contra los guardarruedas de piedra de los accesos a los andenes de la rambla…
Estaba claro que hacer amigos no era su especialidad... así es que en unos años dejó de circular por nuestras tierra el locomóvil, el híbrido de locomotora y tractor con nombre de dibujo animado, a todas horas silbando, de luto y andando despacio… lento como el tren de mi niñez, aún vivo en mi memoria: el tren de Arganda, el que pita más que anda."
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