sábado, 7 de agosto de 2021

NI SOL DE PORTOCORRERO... NI DE VILLALÁN


NI  DE  PORTOCARRERO... NI DE VILLALÁN.

Artículo de José Luis Ruz Márquez publicado en el periódico Diario de Almería de 1 de diciembre de 2019.

"Con cansina regularidad, reaparece en estos días el nuevo descubrimiento de la pólvora referido al hermoso sol esculpido que anima la fachada levantina de muestra catedral y, en concreto, a si el mismo es del obispo Portocarrero o del obispo Villalán. 

A  sabiendas de que no está bien la autocita, acudo a lo que escribí al inicio  de los 80 y que en parte acabé publicando en la década siguiente en mi libro <Heráldica Eclesiástica Almeriense>.

En los años sesenta y setenta abundaban en Almería los cuentistas históricos especialistas en suplir la ignorancia con la falsedad osada y a los que nada se les oscurecía a la hora de identificar y atribuir;  lo mismo inventaban la casa de Espronceda que cogían un grabado romántico de una puerta árabe y lo convertían en la del Mar de Almería o decidían convertir lo que hoy es el Archivo Histórico en palacio de Almansa, ignorando que Espronceda fue solo diputado, no vecino, de

Almería, la puerta era la del Sol de Toledo y el palacio el del marqués de Torrealta…

Pues uno de estos falsarios, rodeando un día los muros exteriores de la catedral, descubrió en la capilla del Cristo un sol grande,  animado y radiante,  y en la torre  otro, también animado y radiante, pero pequeño, casi incrustado en el escudo del obispo Portocarrero.

Y aquella lumbrera no tardó en sacar una conclusión: ambos soles eran una misma cosa; sin reparar en la mucha diferencia de años en que fueron tallados y, por supuesto, ignorando que el grande era exclusivamente ornamental y solo alusivo a la  fachada del Sol, y que el pequeño era pura heráldica, la figura secundaria de un blasón que, como tal, se refiere siempre a familia, a persona.

Blasón que en este caso era el  de Portocarrero como obispo y también el de su linaje.  Pero el historiador presunto desconocía también que el obispo se llamaba en realidad don Juan del Castillo Portocarrero quien  no usaba el primer apellido pero sí se cuidó siempre de representarlo en su escudo, poniéndolo en el cuartel  principal, relegando al segundo el ajedrezado que le correspondía por su línea de Portocarrero.

Así pues, el sol del escudo que Portocarrero puso en la torre en 1613 era el sol que  el obispo llevaba en su escudo por su linaje de Castillo, siempre representado sobre un castillo que se acompaña de dos leones.

De haber conocido esto el historiante y sus seguidores hubieran bautizado  el sol de levante de la catedral como "!El Sol de Castillo!" algo que hubiera añadido más leña -de alcornoque, por supuesto- al fuego de la tonta polémica que hoy nos ocupa.

De triunfar la atribución caprichosa del sol de la fachada a Portocarrero quedaría injustamente maltrecha la fama del virtuoso prelado,  al que sabemos incapaz de la indelicadeza de poner -agrandada y orlada de flores y cintas- una figurita secundaria como es el sol de su escudo en una obra que nada le debía, en la capilla enterramiento de su antecesor don Diego Fernández de Villalán, muerto más de setenta años antes que él…

Por otra parte si Villalán hubiera querido dejar su huella en el exterior de la capilla habría dispuesto poner allí no un sol, sino su escudo de perros, lises y veros, tal como hizo en su sepulcro así como en el cercano Cubo y en todas las partes notables de la catedral.

No hay, pues, que buscar fechas ni escritos ni,  por supuesto, parecido entre los soles, pues por similares que estos fueran -que no lo son- nada significaría. Ningún parentesco tienen estos dos soles pétreos; uno es, como digo, un sol simbólico y ornamental mientras el otro, el del escudo de la torre, es puramente heráldico, un sol que -por cierto- ya brillaba en el escudo familiar de los Castillo muchos años antes de que naciera el obispo Portocarrero...

El año que viene otro nuevo descubridor de la pólvora volverá con la matraca peregrina de que el sol de la catedral es de Villalán o de Portocarrero, cuando  !ni de Portocarrero es… ni de Villalán tampoco!

El bellísimo astro que tan felizmente reina sobre la fachada oriental de nuestra catedral no es de ningún obispo; es hijo de la sensibilidad del artista que lo ejecutó -parece que Juan de Orea- y del cabildo eclesiástico que lo encargó a mediados del siglo XVI y se debe, sólo y exclusivamente, a su ubicación en la que recibía en su cara oronda los primeros rayos solares. 

Los mismos rayos que dieron nombre a la  desaparecida Puerta del Sol, en la muralla de su nombre o de levante -en la confluencia de la actual calle Lachambre con el Paseo- hoy un mero topónimo  que apenas subsiste gracias al rótulo de una vecina droguería de la plaza de los Burros, hoy a punto de desaparecer. 

Una puerta por la que durante siglos entró el sol de cada mañana en Almería y que, sin embargo, nunca mereció de nuestras autoridades la perpetuación de  su nombre en el callejero.  Una puerta que no tuvo la suerte de su homónima del lienzo de levante de la antigua muralla de Madrid, la Puerta del Sol, célebre en boca de todos, por ser, como es, la puerta por la que salen y entran los años en España."


José Luis Ruz Márquez

Académico de la Historia Andaluza














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